Es frecuente que, en diferentes foros, algún empresario exprese su convicción de que no podemos permitirnos como país el lujo de financiar la investigación en ámbitos de ciencia básica alejados de las necesidades de las empresas. Sin ir más lejos, en el acto posterior a la Asamblea de CEBEK que se celebró este miércoles, centrado en la competitividad, uno de los ponentes (José María Tarrago, CEO de Carbures Europa) lo dijo alto y claro. Ciencia inútil.
Desde otros foros, también hay voces autorizadas que expresan su preocupación ante el predominio de «las Ciencias» frente a «las Letras». Mucho avance e inversión en el conocimiento y la aplicación práctica en disciplinas «técnicas», y pocos avances en entender mejor el ser humano, la ética, la cultura, los temas sociales (en esta rama se incluye también la investigación en economía). No hace mucho, el Nobel de Economía Michael Spence dejaba en Twitter el link al artículo de @FareedZakaria «Why America’s obsession with STEM education is dangerous» (STEM = Science + Technology + Engineering + Maths). Ciencia Inhumana, ciencia peligrosa…
Ciencia inútil, ciencia inhumana ¿Más fondos para esta ciencia? Ni hablar, mucho mejor dar el dinero a las empresas, o dedicarlo a fines sociales. Al final, lo que necesitamos es más empleo y una sociedad que funcione mejor ¿no?
Aunque entiendo los dos argumentos, no los comparto cuando se expresan dejando ese mensaje negativo para la investigación básica en Ciencias Naturales y Tecnológicas. Que en este momento post-crisis es prioritario apoyar a la empresa (y en particular a la industria), no tengo ninguna duda. Y que en este momento de profundos cambios en el modelo económico y social necesitamos más que nunca de las Humanidades, tampoco tengo la menor duda.
De lo que no estaría tan seguro es que para apostar por estos dos nobles objetivos, la clave sea dejar de apostar por el otro, que a mí me parece tan noble como los dos anteriores, e igualmente prioritario.
Me dirás «Pero Guiller, ¿no eres tú el que dice que hay que elegir prioridades? ¿que no es posible apostar por todas las cosas a la vez?» Efectivamente, no hay dinero para todo. Por eso hay que elegir bien… Y para que elijas bien, te dejo hoy un informe reciente que explica por qué invertir en ciencia es una gran idea para nuestra industria y para nuestra sociedad moderna. Lo han elaborado en el MIT, que de ciencia y de la nueva industria del conocimiento entienden algo. Disfrútalo.
Sobre el otro tema, sobre si la Ciencia nos hace más o menos, mejores o peores seres humanos, no hay tantos informes. Aunque basta con leer y entender la Historia, me parece. Difícilmente podremos aspirar a ser mejores personas, a construir sociedades mejores, si nos negamos a nosotros mismos el conocimiento. Me despido con una cita de un humanista, hay que volver a los clásicos 🙂
«Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.»
Sócrates
Estimulante el informe del MIT.
Gracias
Querido Guillermo: Al leer tu blog, me ha venido a la cabeza la siguiente afirmación, “The remarkable thing is that although basic research does not begin with a particular practical goal, when you look at the results over the years, it ends up being one of the most practical things government does», realizada nada más y nada menos que por el Presidente Ronald Reagan.
Hombre, yo diría que casi todos los ejemplos del informe del MIT son temas de investigación aplicada que pueden dar lugar a productos comerciales en menos de 10 años. Todos estos temas tienen como objetivo resolver problemas de aplicación pràctica. Desde luego, no son áreas de ciència bàsica.
Que le digan al CSIC que la investigación basica es un gasto inútil: la patente de Margarita Salas ha supuesto más de 4 millones de euros de ingresos por royalties, aparte de la labor de formación de muchos investigadores que luego sí acaban en investigación aplicada y trabajando en empresas.
http://blogthinkbig.com/margarita-salas-virus/
Así tenemos las empresas que tenemos ¿no?
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Dicho Sr. Tarrago -el CEO de Carbures- ignora que no existe la ciencia inútil y que la historia lo demuestra. Por ejemplo: Marconi se aprovechó de las investigaciones «inútiles» que realizaron sus predecesores (Hertz, Maxwell, etc.). Avances del conocimiento que más tarde resultaron inesperadamente favorecedores de importantes aplicaciones prácticas. Estamos en deuda con quienes actuaron y actúan movidos por la curiosidad, por el deseo por conocer.
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