Ortega, o la Universidad necesaria

El tiempo es tu navío, no tu morada
Alphonse de Lamartine

Tal día como hoy, un 18 de octubre de hace 60 años, fallecía Ortega y Gasset (ya hablamos una vez de ello ¿te acuerdas?). Me ha venido a la cabeza y he releído este fin de semana su «Misión de la Universidad«, que escribió en 1930, aunque en gran medida sigue siendo de gran actualidad.

Ortega parte de las dos tareas que aprecia en la Universidad de su tiempo: formar profesionales competentes, y cultivar el desarrollo del saber científico. Hasta aquí, todos de acuerdo, no han cambiado las cosas demasiado.

Lo que echa en falta en 1930 es precisamente lo que en su origen dio lugar al nacimiento de la institución universitaria en la Edad Media. La de formar personas con una cultura humanista que les permita transitar por la vida con cierta coherencia.
«Comparada con la medieval, la Universidad contemporánea ha complicado enormemente la enseñanza profesional que aquélla en germen proporcionaba, y ha añadido la investigación, quitando casi por completo la enseñanza o transmisión de la cultura.
Esto ha sido, evidentemente, una atrocidad.«

ortegaPara Ortega, la cultura nos salva, igual que para su discípulo Zubiri es la esperanza la que puede redimirnos.
«La vida es un caos, una selva salvaje, una confusión. El hombre se pierde en ella. Pero su mente reacciona ante esa sensación de naufragio y perdimiento: trabaja por encontrar en la selva “vías”,“caminos”; es decir: ideas claras y firmes sobre el Universo, convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el sistema de ellas, es la cultura en el sentido verdadero de la palabra; todo lo contrario, pues, que ornamento.
Cultura es lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento.«

Palabras actuales, ahora que vivimos tiempos de transición del sistema económico y social, caóticos, salvajes, confusos. ¿De qué sirve hacer profesionales cada vez más competentes, o generar ciencia cada vez más avanzada, si al final las personas estamos cada día más perdidas…?

Leía hace poco que Hakubun Shimomura, Ministro de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón, recomendaba en una carta remitida en junio a las Universidades niponas eliminar o reformar las carreras de humanidades para centrarse en las más técnicas.

Sin irnos tan lejos, asistimos también aquí a una demanda creciente de alinear las enseñanazas y la investigación universitarias con las necesidades del tejido productivo (impulsando por ejemplo cada vez más una formación dual, con menos horas en el aula, y más en la empresa). Más «utilitas», y menos «humanitas».

Creo en la necesidad de acercar universidades y empresas, universidad y sociedad. Creo también en la necesidad de adaptar constantemente las asignaturas, para acercar a los alumnos a la realidad de los nuevos retos de la empresa.

Pero también creo en que la Universidad debe llegar a este encuentro siendo ella misma, siendo fiel a su misión, porque en caso contrario no aportará nada, y desaparecerá. Ortega acaba «Misión de la Universidad» con duras palabras para la Universidad y también para los medios de comunicación de su tiempo. Quienes tendrían que mantener la luz encendida, no lo hacen, condenando a la sociedad a navegar sin rumbo.

«Es, pues, cuestión de vida o muerte para Europa rectificar tan ridícula situación. Para ello tiene la Universidad que intervenir en la actualidad como tal Universidad, tratando los grandes temas del día desde su punto de vista propio -cultural, profesional o científico.

De este modo no será una institución sólo para estudiantes, un recinto ad usum delphinis, sino que, metida en medio de la vida, de sus urgencias, de sus pasiones, ha de imponerse como un “poder espiritual” superior frente a la Prensa, representando la serenidad frente al frenesí, la seria agudeza frente a la frivolidad y la franca estupidez.

Entonces volverá a ser la Universidad lo que fue en su hora mejor: un principio promotor de la historia europea.»

Hace poco leía un documento sobre el papel de las universidades jesuitas (ya sabéis que estoy en Deusto), y leía entre otras citas:

Todo centro jesuita de enseñanza superior está llamado a vivir dentro de una realidad social… y a vivir para tal realidad social, a iluminarla con la inteligencia universitaria, a emplear todo el peso de la universidad para transformarla
Peter-Hans Kolvenbach s.j.

Entonces, estamos todos de acuerdo ¿no? A navegar…

 

9 pensamientos en “Ortega, o la Universidad necesaria

  1. Tuve la suerte de residir en un colegio mayor muy especial durante mi carrera universitaria. El sustrato era una institución católica de laicos bajo el pontificado de Juan XXIII, cuya misión era, que además de que los colegiales pasaran por la Universidad con éxito, la Universidad pasara por ellos dentro de un ambiente que calificaría de «renacentista». Había muchas actividades, todas voluntarias, cuyo objetivo era que «los de ciencias, letras y medicina» se internaran unos en los terrenos de los otros, se abrieran a las actividades culturales: música, teatro, cine, literatura, etc. y sociales: conferencias sobre «Mater y Magistra» así como ir a cavar zanjas los domingos por la mañana para traer agua al barrio de Los Pajarillos, por ejemplo. Todo ello no obstaba para tener una tuna muy valorada que rondaba a las mozas los sábados por la noche. Daba tiempo para todo, palabra, y hay que subrayar que los colegiales eran, por lo general, y además, buenos estudiantes.
    Creo que la Universidad tiene que intentar formar personas integralmente y orientarles hacia una especialización, estimulándoles a lograr la excelencia en algún campo. Es decir, excelentes especialistas en algo, impregnados de un mar de variados conocimientos con un dedo, un palmo o un codo de profundidad y la capacidad, como buen universitario, de poder profundizar con cierto criterio y conciencia de la propia ignorancia, en un tema determinado caso necesario.

  2. Guiller,
    Muy oportunas las ideas de Ortega,que nos recuerdas en tu blog.
    Coincido plenamente con tu vision sobre la Universidad,en la actualidad.
    Un abrazo.

  3. Sobre Linkedin y el futuro de la educación superior - Blog personal de Alex Rayón Jerez

  4. Como bien dices, en estos momentos más que nunca la Universidad debe de dar grandes humanistas y técnicos en la materia propia. Que bien suena lo que nos comenta Luis, aunque se ve lejano para las nuevas generaciones, pero nunca hay que cejar.
    De Japón me llama tristemente la atención su deriva, en los años 70 (del pasado siglo) Konosuke Matsuhita (Panasonic) decía a todo el mundo que ellos formaban personas y ellas ya harían productos y negocios, que lejos queda de las ideas de ese ministro.

  5. La semana pasada comí con rector de una universidad regida por los Jesuitas y mi percepción fue que su discurso era mas cercano al del ministro japonés que al de Ortega

  6. La gran pregunta: ¿formamos profesionales porque es lo que demanda el mercado o personas? Ya, claro, no deberían ser excluyentes. Pero dicho esto, ¿la balanza de qué lado está?

    En el texto introduciría por algún lado el sentido crítico. Inducir a que nuestras alumnas y alumnos de hagan preguntas. Y no solo de carácter técnico para innovar. No, también más profundas, que eleven los porqués a nuevas preguntas. Vivimos demasiado bombardeados por la artillería mediática de turno. Tenemos que obligarnos a levantar defensas que nos hagan preguntarnos si lo que estamos formando son personas o profesionales. Y, ojo, porque en esto también las varas de medir que utilizamos para evaluar cuánto de «buena» es una propuesta educativa condicionan nuestras respuestas.

    Como siempre, estupendo tu texto para hacer pensar 🙂

  7. Es un placer leer que en algún momento no muy lejano existía un centro educativo como el que describe Luis.

    Estando muy de acuerdo con lo expuesto en el artículo, no veo nada fácil implementar ese cambio en la universidad. El poder económico, o más bien el poder que la lógica económica ejerce en nuestras mentes en estos días, hace prácticamente impensable esa reintroducción del humanismo en esta institución. Yo mismo terminé mi carrera en Deusto hace unos 8 años y recuerdo que la inversión de horas necesaria para sacar una buena nota requería de tal cantidad de tiempo y esfuerzo que el poco tiempo libre que te quedaba lo dedicabas a la familia, pareja y amigos. No leí ni un libro que no fuera de informática en todo ese tiempo. Ni hice prácticamente ninguna de las actividades que describe Luis. Y he de reconocer que la gente salía muy bien formada sobre la materia académica en cuestión y que eso era lo que necesitaba la universidad para ganar el prestigio y mantener su buen nombre. Era lo que demandaba no sólo la empresa, si no también la sociedad. Mis padres no pagaban 6.000 euros al año para que conociera gente interesante ni plantara huertos. Lo pagaban para que encontrara un puesto de trabajo nada más terminar la carrera.

    Y esto no es exclusivo de la universidad. En colegios e institutos se sigue una lógica parecida (cuando nuestro cerebro se está desarrollando) y la universidad recibe ya alumnos demandantes de respuestas de examen.

  8. Sobre Linkedin y el futuro de la educación superior – Alex Rayón Jerez

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