Os decía la semana pasada que las películas de juegos y jugadores me atrapan. Así que este fin de semana en el que nos despedimos del maldito invierno, le va a tocar el turno a otra película (aunque su protagonista no es un jugador en sentido estricto).
A John Forbes Nash también le encantaban los juegos (de hecho inventó dos: «Hex» y «So Long, Sucker»). En la película «Una mente maravillosa» (Howard, 2001) queda recogida esa parte lúdica de la historia de Nash, y también la parte oscura que acompaña a este genio, solitario e introvertido.
Él además fue capaz de dejarnos el «Equilibrio de Nash«, una tesis doctoral de tan solo 27 páginas que ha revolucionado la Teoría de los Juegos moderna y cuyas aplicaciones son infinitas.
Por ejemplo, tiene una aplicación evidente en el PCTI 2015 ; )
El Equilibrio de Nash parte de una idea que los matemáticos definen como «elegante», por lo sencilla: incluso en juegos no cooperativos, existen oportunidades para buscar equilibrios que beneficien al conjunto de los jugadores. Un buen matemático me asesinaría por la simplificación pero, en esencia, se trata de que en sistemas complejos, si cada jugador busca únicamente su propio beneficio, consigue lo contrario de lo que persigue. Sin embargo, si los jugadores buscan de forma cooperativa un punto de equilibrio, se alcanza un máximo para cada jugador y para el conjunto del sistema.
Lo delicioso del Equilibrio de Nash aplicado a sistemas complejos es que nos explica que la búsqueda del equilibrio trae aparejada la responsabilidad de comunicarse, aproximarse y entender las necesidades del “otro” ya que sin una interpretación correcta sobre las respectivas ideas de racionalidad no será posible el entendimiento y el «cada cual para sí mismo» dominará el juego. Esta responsabilidad pasa necesariamente por conocer en detalle cuál es el juego, quienes son los participantes, cuáles son sus opciones y sus preferencias y qué puede hacer cada cuál en función de las opciones y elecciones de los demás. Sin información correcta sobre el “otro” el juego está abocado al bloqueo o algo peor.
¿Interesante, verdad? Si hiciésemo caso de Nash no nos resultaría tan difícil encontrar un punto de equilibrio en el que todos los agentes del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación saliesen ganando.
Algunas personas me preguntan qué conexión veo entre el Sistema de I+D+i, las Redes Sociales, y la Empresa Abierta. La respuesta la tiene Nash: para encontrar el equilibrio óptimo del Sistema, la clave está en conocernos y para eso es preciso abrirse y conectarse: las leyes de la teoría de los juegos, como todas las leyes matemáticas, son implacables.
Así que tenéis una excusa perfecta para ver esta película, que encierra muchas historias y en la que, como recompensa de los sufridos seguidores de «Thought in Euskadi», también sale una Alicia (aunque no es exactamente la de Carroll). Jennifer Connelly ganó un Oscar y también arrancó un pedazo de mi corazón con su interpretación de Alicia Larde, la pareja que descubrió la durísima enfermedad que padeció Nash toda su vida (esquizofrenia paranoide), poco después de casarse con él, cuando esperaban su primer hijo.
Así es la vida, este genial premio Nobel nos ha dejado el Equilibrio de Nash, y sin embargo su mente nunca lo ha acabado de encontrar. Por fortuna, la vida también nos deja cerca a personas que nos acompañan en este extraño viaje, como Alicia acompaña a Nash en la película.
Fair enough.
Esa búsqueda del equilibrio tiene mucho que ver con el concepto «win-win» utilizado en negociación. Tradicionalmente, esto se ha entendido como un proceso que busca alcanzar un equilibrio o reparto a partir de posiciones o intereses iniciales. En el mejor de los casos, cuando se negocia por intereses, el proceso no supone una pérdida de valor -que ya es bastante! (http://www.negociaccion.net/negociacion-estrategica/%C2%BFdiferencias-irreconciliables). Sin embargo, en su concepción más actual, el «win-win» se asocia a un proceso capaz de generar valor (1+1>2). Cuando quienes tienen que ponerse de acuerdo siguen dicho proceso -que también podría encontrar su base matemática en la teoría de juegos- acaban generando un valor adicional, que no había aflorado inicialmente. Parece magia, pero puedo decir por experiencia propia que no lo es. El proceso se puede desarrollar con la ayuda de una metodología que, en síntesis, es comunicación, empatía, creatividad, ética y sentido común.
Esto lo explica muy bien Horacio Falcao (http://www.linkedin.com/in/horaciofalcao), profesor de “Decision Sciences” en Insead (http://www.insead.edu/facultyresearch/faculty/profiles/hfalcao/), autor del libro «Value Negotiation: How to finally get the Win-Win right» (http://www.valuenegotiation.com/index.htm) y socio en Pluris (http://www.plurisvalue.com/) una empresa cuya misión es «To help organizations create more value through negotiation». Estuvo por aquí hace poco más de un año, tuve el placer de conocerle y me causó una gran impresión.
Siguiendo su método, sería posible que todos los agentes del Sistema CTI saliesen ganando, incluso más de lo que inicialmente cada uno podría esperar o aspirar. La principal dificultad para aplicar el método a nuestro proceso podría estar en el elevado número de agentes. No sé lo que pensaría Horacio, pero podríamos preguntarle…