Un antiguo cuento persa cuenta la historia de tres príncipes que encuentran, sin buscarla, la respuesta a problemas que no se habían planteado. Gracias a su capacidad de observación y a su creatividad, los hermanos descubren de manera accidental la solución a dilemas extraordinariamente complejos.
El cuento ha llegado a nuestros días por un viaje curioso, que pasa por Venecia (Michele Tramezzino, 1557) y Orford (Horace Walpole, 1754). El amigo Horace Walpole le describe en una carta a su tocayo Horace Mann (que estaba en Florencia), el significado de un término que se ha inventado «Serendipity» y su origen en el antiguo cuento persa:
“… They were always making discoveries, by accident and sagacity, of things they were not in quest of…”
No es extraño que recientemente, «Serendipity» fuese votada como una de las diez palabras más difíciles de traducir del inglés. En castellano no hay una palabra parecida, aunque «chiripa» (que encuentra su origen por aquí cerca), se suele utilizar como aproximación. Por cierto, en euskera su significado no es exactamente el mismo, sino que tiene que ver más con sucesos que, aunque infrecuentes, ocurren en ocasiones. Una coincidencia etimológica que comparte con el húngaro, una de las lenguas escritas más antiguas de Europa, que conserva el término «szerncse» (sèrènchè) para referirse a la esquiva fortuna…
En el universo de la ciencia y la tecnología, el término «Serendipity» se ha hecho también un hueco, para explicar muchos descubrimientos en los que lo accidental ha iluminado la mente genial de un científico o un tecnólogo (hay que explicar que para atrapar la casualidad, generalmente hay que estar al acecho: de otro modo se pierde). En Wikipedia tenéis unos cuantos ejemplos.
«Serendipity» tiene una última acepción, menos conocida, vinculada a la literatura de gestión y propuesta por Melissa Graebner en un artículo que publicaba en Julio de 2004 la revista «Strategic Management Journal». Era un número monográfico, centrado en » The Global Acquisition, Leverage, and Protection of Technological Competencies», y el artículo se titulaba: «Momentum and serendipity: how acquired leaders create value in the integration of technology firms«. Cedo la palabra a Wikipedia:
M. E. Graebner describes serendipitous value in the context of the acquisition of a business as «windfalls that were not anticipated by the buyer prior to the deal»: i.e., unexpected advantages or benefits incurred due to positive synergy effects of the merger.
Me acordé de todo ello el viernes, cuando me encontré en la prensa con la excelente noticia de la confirmación de la operación de la unión de los grupos de Ormazabal e Ikusi. Javier Ormazabal y Angel Iglesias son dos empresarios de los que me ayudan a conservar la esperanza en el futuro de nuestro pequeño gran País, y la visión que han demostrado con esta operación me parece extraordinaria, llena de la «Serendipity» que tiene su perfecta complementariedad en el ámbito de las «redes inteligentes».
Además, he leido la noticia después de una semana en la que venía pensando que los tres Príncipes de Serendip me han venido a visitar precisamente para hablarme de las «smart grids». Un proyecto en el que trabajé en mis años en Iberdrola y Millennium Energy, y sobre el que llegué a defender una ponencia en el XVI Congreso de Estudios Vascos (curiosamente, el miércoles se cumplieron exactamente cinco años de la defensa de aquella ponencia, que he dejado ahora en Scribd).
No puedo dejaros en este post todas las historias que me han contado los Príncipes de Serendip en su visita de esta semana. Unas son historias antiguas, otras presentes y otras todavía deben ser contadas (ya sabéis que éstas son las que más me gustan). Ya os las iré contando en este invierno, que ha venido este año un tanto adelantado.
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Bonus Track 1
Antes de despedirme, y a modo de Bonus Track, os dejo una última acepción de Serendipity. Esta es de un japonés, y habla de lo mismo que os quería contar en mi último post.
Ikujiro Nonaka (1991,p. 94 November-December issue of Harvard Business Review) points out that the serendipitous quality of innovation is highly recognized by managers and links the success of Japanese enterprises to their ability to create knowledge not by processing information but rather by «tapping the tacit and often highly subjective insights, intuitions, and hunches of individual employees and making those insights available for testing and use by the company as a whole«.
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Bonus Track 2
No puedo resistirme a citar que también hay una película con este título (Chelsom, 2001), que no tiene mucho que ver con el cuento persa (no me importa, a Kate Beckinsale se lo perdono todo). De Beckinsale, de esta película y de lo inevitable del destino y de John Cusack en «Alta Fidelidad» (Stephen Frears, 2010), hablaremos otro día, que me distraigo del hilo.
Lo cierto es que el artículo de Graebner lo encontré hace años con la ayuda de Kate Beckinsale y los príncipes persas (…they were always making discoveries, by accident and sagacity, of things they were not in quest of), y quizá por ese motivo lo recuerdo con particular cariño.